El color como herramienta para diseñar y transformar espacios

Convertidas en una extensión de nuestro hogar, las oficinas han hecho del color una de sus principales señas de identidad. No sólo para lograr un fuerte sentido de personalidad, muchas veces a través de los colores corporativos, sino también como una herramienta de confort y bienestar emocional.

De hecho, el color impacta de forma positiva o negativa en el entorno y las personas que lo habitan, condicionando la percepción del espacio y los objetos, y afectando directamente a la concentración, la productividad y la imaginación.

Directamente relacionada con la experiencia del usuario, la psicología del color juega un papel fundamental en el diseño de cualquier espacio. Además de evocar emociones, puede variar su percepción, distorsionando visualmente su tamaño y proporciones según el tono utilizado.

Cada vez más, el color es tratado como parte inseparable de la arquitectura, no sólo a nivel estético, sino como un elemento psíquico y sensorial.

En cualquier proyecto, antes de elegir una determinada gama de colores, materiales o texturas, es necesario analizar tanto a los usuarios y su actividad, como las sensaciones que se quieran conseguir.

Junto a la iluminación y ventilación natural, las vistas, las plantas y los espacios exteriores, el color resulta fundamental si se quiere conectar con la naturaleza. La cada vez mayor superficie urbanizada de nuestras ciudades hace necesario que los propios edificios incorporen espacios naturales en su interior: está demostrado que el bienestar de los trabajadores aumenta en entornos que incorporan colores que están presentes en el mundo natural.

Los estados de ánimo están directamente relacionados con los colores. Mientras tonos como el verde, el azul y el amarillo fomentan el bienestar y la creatividad; el uso de colores vivos, como el rojo o el naranja debe hacerse con prudencia, sobre elementos puntuales que se quiera destacar. Sin embargo, y aunque los tonos cálidos están directamente asociados a la energía y el movimiento, y los fríos, al equilibrio y la tranquilidad; hay que tener en cuenta cómo las preferencias culturalesgeográficas y personales influyen en la percepción del color.

Por todo ello, y para potenciar el bienestar, la creatividad y compromiso de sus trabajadores, las oficinas deben elegir cuidadosamente los colores de sus zonas de concentración, colaboración, aprendizaje, socialización y desconexión.

Colaboración

Frescos y vivos, los colores inspirados en la naturaleza ayudan a que el espacio se perciba como un lugar saludable, lleno de vida, luz, alegría y dinamismo, que estimula la colaboración. Tonos arena, mostaza y azules, que trasladan al sol, la arena, la montañas y el agua del mar Mediterráneo, estimulando la comunicación, creatividad e inspiración.

Aprendizaje

El verde es el color perfecto para las salas de formación, donde es necesario asimilar una gran cantidad de información. Máximo representante de la naturaleza, la frescura, la fertilidad, el crecimiento y la esperanza, y con probados efectos relajantes y de equilibrio, abre la mente, favoreciendo la concentración y el pensamiento abstracto.

Privacidad

Crear un ‘refugio’ donde la mente pueda desconectar y evadirse del entorno más cercano, es el objetivo de las zonas privadas. Para lograrlo, es imprescindible un adecuado equilibrio de colores, en tonos tierra y azules, calmados, suaves e inspirados en la naturaleza, que estimulan y relajan.